En «Elige tu propia aventura (ciclista)» explicaba que hace unos años un amigo (Jaime) se «inventó» un viaje en bicicleta tan simple como viajar desde su lugar de residencia (Barcelona) al pueblo de su familia (Josa, Teruel). Como ese también es mi pueblo (de adopción en mi caso), en 2016 le acompañé junto con otro «adoptado» (Javi), en un viaje al estilo bikepacking con bicicletas de montaña. No volví a repetir la experiencia hasta este año, en el que nos hemos reunido los tres de nuevo, inaugurando una nueva ruta y además haciéndolo, en mi caso, con una bicicleta de gravel, y como prueba de material de cara a mi participación en la CAT700 2020.
Antecedentes
Anteriormente, esta ruta Barcelona – Josa la había realizado Jaime en solitario en dos y tres etapas en diferentes años, aprovechando gran parte del trayecto del Camino de Santiago desde Barcelona a Zaragoza, desviándose en Quinto para seguir después hacia el sur adentrándose en Teruel y hasta Josa. Se trata de un itinerario muy rodador sin apenas dificultad técnica (los pocos senderos que atravesábamos los buscábamos expresamente para dar un poco de variedad a la ruta) y con relativamente poco desnivel, por tanto ideal para un viaje tranquilo y sin prisas que tampoco requiera una preparación muy específica. En total, 347 km y 3438 m+ en tres etapas. Ya en el año en que participé, 2016, comentamos que estaría bien diseñar un recorrido más directo, más montañoso y con algo más de dificultad técnica. Y ha sido este año en el que nos hemos reunido de nuevo los tres para volver a viajar a Josa, siguiendo el nuevo recorrido. Y como la propuesta fue mía y el que «controla» de estas cosas soy yo, no me ha quedado más remedio que hacerme responsable del diseño del recorrido. Algo que por cierto, ¡me entusiasma!
Preparación de la ruta
La mayor dificultad del diseño de la nueva ruta estaba en el hecho de que exceptuando unos 50-60 km alrededor de nuestro punto de salida y llegada, no conocía el terreno por dónde íbamos a pasar. El diseño de rutas de montaña únicamente sobre el mapa tiene un componente de incertidumbre que no se puede obviar, así que era necesario utilizar las herramientas disponibles para evitar sorpresas durante la ruta. La primera herramienta ha sido Wikiloc, mediante su buscador y usando palabras clave correspondientes a las poblaciones por donde queríamos pasar. Con unas cuantas búsquedas se ven claramente cuáles son las rutas más populares, aquellas por las que pasan más ciclistas. Hay que tener cuidado en asegurarse que la ruta va en el sentido correcto, ya sabemos que no es lo mismo bajar que subir en una bicicleta de montaña, y no digamos ya una gravel. Si la ruta subida a Wikiloc cuenta con comentarios o fotografías nos va a ser aún más útil, ya que los usuarios suelen identificar lugares atractivos, fuentes, poblaciones por las que se pasa, y también los tramos de dificultad técnica. Una vez seleccionadas las rutas, yo personalmente utilizo el software LAND de TwoNav para acabar de construir el recorrido, aunque existen otras alternativas. Cortando y uniendo los recorridos en LAND conectamos los puntos de paso que queramos para acabar con el recorrido definitivo, pero no siempre es tan sencillo como eso. En la primera y segunda etapa, que nos llevaba hasta Falset el primer día y hasta Valderrobres el segundo, no hubo mucha dificultad para encontrar recorridos en Wikiloc que pudiésemos utilizar. Pero en la tercera etapa, ya metidos de lleno en Teruel, los resultado obtenidos eran menores, y en nuestro caso, no acababan de «llevarnos» donde queríamos. Es ahí donde tuve que utilizar LAND y otras herramientas más a fondo.

En LAND suelo dibujar los recorridos utilizando una mezcla de mapa vectorial de caminos y de fotos de satélite. Los mapas vectoriales incluyen información de las principales vías de comunicación, como carreteras y caminos, pero también sendas de todo tipo. Si está bien actualizado, el mapa vectorial de caminos permite seguir un camino que por ejemplo, en una foto de satélite, quede cubierto por los árboles. Este tipo de mapa vectorial tuve que utilizarlo a fondo desde Valderrobres hasta prácticamente Crivillén, donde ya enlazamos con las rutas que habitualmente seguimos cuando hacemos salidas desde Josa en las vacaciones o fines de semana. Pero hay veces que incluso los trazados vectoriales de caminos pueden ponernos en un aprieto. Algo de esto pasó en la tercera etapa, cuando un tramo que aparecía claramente como camino en el mapa vectorial no aparecía reflejado en las imágenes de satélite. Se trataba de una senda que atravesaba diversos bancales, tan típicos de la zona. Dado que la ciclabilidad era sumamente dudosa pero al mismo tiempo nos permitía ahorrarnos un par de kilómetros, decidí mantenerlo en el recorrido final, aunque también cargué en el GPS la alternativa, por si las moscas. Llegados al punto conflictivo, intentamos seguir el recorrido marcado en el GPS hasta que una maraña de arbustos nos cerraba el único paso posible (de haber llevado un machete…). Así que dimos la vuelta hasta la carretera, cargamos el recorrido alternativo y un par de kilómetros después volvimos a conectar con el recorrido original. Otra herramienta que es aconsejable utilizar es algún tipo visualización del desnivel en la ruta que estemos diseñando. A veces el camino más directo, sobre todo si es de subida, podría no ser el más adecuado. LAND tiene un modo que permite que el recorrido que se esté creando se muestre en diferentes colores dependiendo de la pendiente, y además cuenta con un modo de visualización en 3D que permite apreciar a simple vista por dónde pasa el camino. Con toda esta información podemos decidir si queremos un recorrido más directo y con más pendiente o uno que de algún rodeo o sea más tendido.
Otras consideraciones importantes a la hora de diseñar las etapas y los recorridos tienen que ver con nuestras preferencias y la propia naturaleza del territorio que atravesamos. Nosotros valoramos mucho tener el final de etapa en sitios que tengan suficiente oferta de restauración, tanto para dormir como para cenar, y a mi particularmente me apetecía hacer noche en Valderrobres al ser una población muy pintoresca que nunca había visitado. Otra consideración era poder aprovechar algún tramo de la Vía Verde que va desde Tortosa a Alcañiz. El resultado es sin duda mejorable y nos encontramos con algún imprevisto, como al cruzar el río Francolí en Tarragona, pues había volado el puente seguramente en la última riada y solo quedaban los pilares (a pesar de esto lo atravesamos, ya que el espacio que había entre los pilares lo hacía posible), pero finalmente la ruta nos llevó todos los días a nuestro destino sin percances, y la experiencia fue muy buena.
Material
Como he dicho antes este viaje me iba a servir de preparación para la CAT700, que quiero hacer con una bicicleta gravel. El asunto de porqué una bicicleta gravel y cómo me decanté finalmente por una Nordest Albarda M2 (la califico de gravel para simplificar, yo la veo más bien como una bicicleta todo terreno) daría para otro artículo, pero finalmente no resultó ningún problema compartir la ruta con dos bicicletas de montaña (había de todo, una Orbea Alma rígida de 29″ y una Canondale leftie doble de 27,5″). Dado que no se trataba de un viaje para hacer trialeras, sino de ir del punto A al B con un recorrido atractivo pero que nos permitiese llevar una velocidad media para ir sin prisas en las paradas y sin que se nos hiciese de noche, el recorrido era bastante rodador, dándose la principal dificultad en el desnivel y en mi caso, en los descensos pedregosos, aunque fuesen por pista ancha. Los tres llevábamos bolsas de bikepacking y yo además una bolsa de manillar y una en el tubo superior. En un espacio muy compacto pude llevar dos mudas completas de ciclismo y una muda de paisano, incluyendo unas zapatillas de deporte y una chaqueta cortavientos de ciclismo que utilizaba por las noches para ir a cenar. Y aún me quedó espacio para cargadores, baterías de repuesto para la GoPro, crema solar, crema para las rozaduras y unos cuantos geles, barritas y sobres de isotónico con carbohidratos, además de algo de aseo personal y un impermeable muy compacto. Además llevé un bidón de 750 ml, otro de 650 ml (normalmente vacío, solo lo llené por precaución en la tercera etapa ya que atravesábamos menos poblaciones), más un contenedor para las herramientas en un portabidón situado en el exterior del tubo diagonal. Este último resultó muy útil, ya que sin forzar mucho ahí pude meter kits de reparación tubeless con sus mechas, kit de vulcanización, herramientas varias, desmontadores, eslabón de cadena, etc. Y como repuesto, ya que llevaba cubiertas WTB Resolute de 42″ tubelizadas, una cubierta normal y otra muy ligera de una sola pieza hecha de butilo (marca Tubolito) con su correspondiente kit de reparación de pinchazos. En toda la ruta solo hubo un pinchazo… y pese a mis temores ¡no lo sufrí yo!

Primera etapa: Santa Fe del Penedès – Falset
La primera cuestión que se nos presentó era ver de dónde salíamos, ya que ninguno de los tres vivimos exactamente en el mismo sitio, todos en la provincia de Barcelona sí, pero Javi en el Vallès Occidental, Jaime repartido entre Barcelona o el Garraf y yo entre Barcelona o l’Alt Penedès. Propuse quedar los tres en mi casa de Santa Fe del Penedès la noche anterior y seguir entonces parte del recorrido de CycloCat que va desde Barcelona a Tarragona, pero Jaime llegaba el día anterior de un viaje y quería pasar algo de tiempo con la familia antes de volverse a marchar. Así que Javi y yo salimos desde Santa Fe del Penedès y quedamos con Jaime en Vilanova i la Geltrú a las 8:30h, pensando, equivocadamente y por fortuna para Jaime, que él saldría desde Barcelona y que para encontrarnos en Vilanova debía superar el Garraf primero. Finalmente Jaime había dormido en Vilanova i la Geltrú así que se presentó puntual y fresco como una rosa, empezábamos bien! Hicimos prácticamente todo el recorrido desde Vilanova hasta Roda de Berà por la sucesión de paseos marítimos de Cubelles, Cunit, Calafell y Coma-Ruga, en total unos 12 km llanos, sin tráfico rodado (y poca gente en el paseo marítimo a esas horas en un día laborable), y además muy agradables por rodar junto al mar. Evidentemente podíamos haber ido por el interior en un recorrido más de bicicleta de montaña, pero se trataba de avanzar, sobre todo en la etapa más larga del viaje.
Entrando en la zona que se conoce como Boscos de Tarragona, una zona en la que conocíamos algún sendero, decidimos abandonar el recorrido previsto para hacer algún tramo técnico donde ya pude poner a prueba mi «bicicleta todo terreno». El problema es que fiándome de las capacidades del Garmin Edge 1030 de volver a la ruta después de un desvío (en este caso voluntario), descubrí que cuando combinas esto con una cobertura de satélite problemática el GPS se dedica a recalcular mientras «desatiende» la posición actual, de manera que seguir la dirección propuesta por el aparato puede ser engañoso. Y el navegador de la ruta, ese soy yo, se desorientó totalmente en un par de ocasiones, justo cuando el GPS «tenía razón». Nada grave a parte del mal rato pasado y de un par de «trampas» en las que caímos y que nos obligaron a empujar por una cuesta impracticable por la pendiente y las enormes piedras que había. La verdad es que estos viajes se recuerdan precisamente por estos momentos, cuando lo pasas mal, pero al final todo acaba bien.

Bastante hartos de dar vueltas y de empujar la bici abandonamos la zona y llegando ya al Camp de Tarragona respirábamos tranquilos, ya que ante nosotros se abría una espacio muy llano que recorrer antes de iniciar la ascensión final del día, que consistía en superar la Serra de Llaberia y descender después hasta Falset. Debíamos cruzar primero el río Francolí y para nuestra sorpresa, al llegar vimos como los pilares del puente estaban, pero no la cubierta, que supusimos había desaparecido en la última riada. Como ya he explicado, pudimos cruzar ya que el espacio a pie utilizando los pilares… Después de comer en Constantí nos dirigimos hacia Reus y después de atravesarlo, continuamos pasando por las poblaciones de Riudoms, Montbrió del Camp y Vilanova d’Escornalbou, que es donde empezaba el desnivel. Todo ese tramo fue bastante rápido, atravesando un continuo de pequeños caminos rurales de tierra y asfalto, aunque se hizo un poco pesado por el calor de las horas centrales del día.

En Vilanova d’Escornalbou nos detuvimos a llenar los bidones en la fuente y empezamos la ascensión importante del día, por una sucesión de caminos entre viñas, almendros y olivares. Las rampas eran importantes (cuando ves hormigón rayado, ¡ya sabes lo que te espera!). Después de una breve bajada conectamos con una carretera que nos iba a llevar hasta Colldejou. Y fue en ese tramo de carretera cuando de repente se le acabó la batería al GPS… Por suerte llevaba una batería portátil y pudimos continuar. El problema era saber porqué el Garmin Edge 1030 había agotado la batería en apenas 9 horas cuando por experiencia sé que la batería puede durar más de 15 horas tranquilamente. Finalmente descubrí que después de una actualización reciente del firmware se habían revertido algunos ajustes que tenía anteriormente, entre ellos la gestión automática del brillo de la pantalla. Además del GPS llevaba los recorridos guardados en Wikiloc y también la aplicación para teléfono móvil, por lo que hubiésemos podido seguir la navegación con este, pero me quité un peso de encima al averiguar el motivo del agotamiento prematuro de la batería.

Después de parar a beber algo en Colldejou, habían coincidido las horas más calurosas del día con los tramos de mayor desnivel, continuamos desde Colldejou hasta coronar el Coll de Guix, con dos últimos kilómetros de ascensión bastante duros, rampas de cemento rayado incluidas. La bajada del Coll de Guix fue bastante intensa, al menos para mi, pues la pendiente era muy fuerte y el camino estaba en algunos lugares muy roto y con mucha piedra suelta. A pesar de esto, y creo que tan solo limitado por la anchura de los neumáticos, la bicicleta se mostró siempre muy segura. El bajo centro de gravedad hace que no tengas la sensación de ir a salir por encima del manillar en una bajada, así que puedes concentrarte solo en escoger la mejor línea para descender. Tras la bajada del Coll de Guix nos quedaron solo 5 km por pistas hasta Falset. Llegamos a nuestro alojamiento a las 18:15h, con mucha luz y tiempo de sobra para acomodarnos y buscar un sitio para cenar.
Segunda etapa: Falset – Valderrobres
Con una etapa por delante relativamente corta y con poco desnivel (85 km y 1440 m+) y sabiendo que haríamos 25 km por la vía verde, no madrugamos demasiado, saliendo de Falset a las 9:15h de la mañana. La idea era ir hasta Mora La Nova, cruzar el Ebro por el puente de la antigua nacional y parar en Mora d’Ebre a almorzar algo antes de afrontar la primera y única subida de entidad del día. El trayecto hasta Mora La Nova consistía en caminos y pistas rurales, en teoría todo picando hacía abajo, pero con constantes sube y baja para salvar ríos, rieras y barrancos. En uno de estos sube y baja tuvimos el primer y único pinchazo de toda la ruta, que solventamos sin problema. Aprovechamos el paso por Mora La Nova para parar en una tienda de bicicletas y comprar una cámara de 27,5″ para Jaime, ya que solo llevaba una y en Mora d’Ebre paramos a comer un bocadillo, acertando plenamente, ya que me comí uno de los mejores bocadillos de tortilla de queso que he comido nunca (y no estaba especialmente hambriento). Apunten, Bar Turú, nada más cruzar el Ebro por la antigua nacional, a mano izquierda.

Saliendo de Mora d’Ebre el recorrido va subiendo sin grandes pendientes, hasta al llegar al pie de la vertiente sur de la Serra de Cavalls, allí nos esperaban 6 km de subida a una media del 7%, por pista ancha pero que en algunos momentos estaba algo rota y con piedra suelta. Una subida importante pero que iba a ser el único obstáculo importante en la ruta. Una vez coronada la Serra de Cavalls y hacer unas cuantas fotos del paisaje empezamos el descenso hasta Gandesa. Allí nueva parada para beber algo y seguir hasta Bot, donde nos encontraríamos con familiares de Jaime que iban en coche hacia Josa. Finalmente y para cuadrar horarios y coincidir con ellos, decidimos ir desde Gandesa hasta Bot por carretera. Curiosamente, cuando uno va con una bicicleta con manillar de carretera, aunque lleve «ruedas gordas», ¡se siente menos culpable por hacer esta pequeña «trampa»!


Finalizada la comida nos dirigimos a la antigua estación de tren de Bot, por donde pasa la vía verde. Nunca había ido en bicicleta por una vía verde, y la experiencia fue muy buena. Al ser una vía pensada para caminantes y ciclistas en la que uno no puede perderse y no tiene que preocuparse por el tráfico (no nos cruzamos a nadie, ni caminante ni ciclista) es posible disfrutar del entorno de una manera mucho más relajada. El firme está en bastante buen estado, perfecto para una bicicleta tipo gravel, la única dificultad es que muchos de los numerosos túneles que se atraviesan no están iluminados, y algunos son lo suficientemente largos como para que una luz, que alumbre algo, sea imprescindible. Por otra parte, al hacer la vía verde en sentido Alcañiz fuimos subiendo todo el rato, la pendiente no es importante, entre el 1% y el 2%, pero al final se nos hizo un poco pesado (¡la cuestión es quejarse!). Tras abandonar la vía verde pasado el pueblo de Cretas nos quedaban apenas 6 km de ondulante descenso por caminos rurales hasta Valderrobres. Un poco por suerte, entramos a Valderrobres por la calle indicada para entrar justo por la parte más bonita del pueblo (la casa consistorial y fortificación medieval). Más tarde y antes de cenar, nos dimos una vuelta por el casco antiguo, visitando también el castillo de Valderrobres.

Tercera etapa: Valderrobres – Josa
Para mi esta era la etapa reina del viaje, no tanto por la distancia (117 km), sino por el desnivel (2464 m+) y por tratarse de una zona en la que la densidad de población es mucho menor y por tanto las posibilidades de avituallamiento son menores. El recorrido nos haría pasar inicialmente por la Sierra de la Ginebrosa, que recorreríamos más o menos siguiendo su cresta evitando bajar al valle, ya que así acortábamos bastante la distancia a recorrer. Era la mayor ascensión del día, pero después de esto era un constante sube y baja por la caprichosa orografía de la comarca. Ese día desayunamos muy bien (otra recomendación, Hostal Querol en Valderrobres, habitación barata, funcional y sobre todo desayuno muy completo) y a las 8:45h ya estábamos en marcha con las reservas de energía suficientes para tirar hasta la parada prevista para comer en Alcorisa (km 70). Pese a las incertidumbres el día transcurrió muy bien, salvando un pequeño problema con el recorrido que ya he explicado anteriormente, el acceso a La Cerollera (me empeñé en ir por la carretera vieja y tuvimos que sortear una valla para acceder a esta y evitarnos un rodeo) y el paso por una rambla seca afluente del río Guadalope, con mucha piedra que me obligó a empujar unos metros la bicicleta.

Precisamente tras atravesar el Guadalope y viendo que íbamos un poco retrasados respecto a nuestras previsiones y algo escasos de agua, y con nuestros estómagos reclamando la hora de comer tuvimos un pequeño cónclave para decidir si tomábamos la carretera o seguíamos nuestro recorrido previsto. Finalmente no valía demasiado la pena pues la carretera nos obligaba a dar mucha vuelta así que seguimos por el camino previsto, exceptuando cuatro o cinco kilómetros de pista para llegar a Alcorisa que evitamos siguiendo la carretera que ahora sí teníamos cerca. En Alcorisa hice el experimento de comerme un plato de garbanzos con oreja y morro y el experimento resultó todo un éxito. Me sentó muy bien y me proporcionó la energía necesaria para continuar el camino sin lastrarme demasiado durante la digestión (como dicen los anglosajones, your milleage may vary).

Después de Alcorisa nos quedaban apenas 25 km para llegar a Crivillén, territorio conocido y es que aunque nos quedarían aún 16 km hasta Josa, mentalmente era como estar ya en casa. Pudimos rodar bastante rápido entre Alcorisa y Crivillén, de manera que a las cinco de la tarde ya estábamos en el cruce de la carretera que baja hasta Crivillén. Íbamos a llegar de día sin problemas. Saliendo de Crivillén atravesamos la explotación minera a cielo abierto que hay en las afueras del pueblo y llegamos al Convento del Olivar, en Estercuel, donde paramos a hacernos unas fotografías. Desde el Convento hasta Obón seguimos «la pista», una carretera ancha pero muy descuidada, que va haciendo toboganes hasta descender definitivamente hasta Obón. Y desde Obón hasta Josa por carretera, nuestro destino final.
Reflexiones finales
La aventura fue un éxito, hicimos lo que teníamos planeado y lo poco que nos desviamos del plan no perturbó nuestros objetivos finales. Por supuesto, nada más acabar, me puse a pensar en maneras de mejorar el recorrido, ahora que ya hemos hecho una «primera pasada» en este nuevo camino más directo y más montañoso de Barcelona a Josa. En el plano personal, y pensando en la CAT700, la experiencia ha sido inmejorable. La bicicleta y los materiales utilizados, las bolsas, el ancho de los neumáticos, la relación de cambio, me funcionaron a la perfección. De hecho creo que es totalmente factible hacer la CAT700 con esta configuración (ruedas de 700c y neumáticos de 42mm de ancho), aunque me gustaría experimentar con ruedas de 650b y cubiertas aún más anchas (aunque con las ruedas de 700c le entrarían cubiertas de hasta 50mm). Después de tanto pensar qué bicicleta gravel iba a comprar y acabar comprando esta Nordest Albarda M2 casi por una intuición, no podría estar más contento. Ni siquiera he hecho un estudio biomecánico, tan solo copié más o menos las medidas de mi bicicleta de carretera. ¡Esta bicicleta es tan cómoda y da tanta seguridad! Nuestra relación no podría empezar mejor, tengo una excelente base para ir afinando configuración y materiales, pero si me dijesen que mañana empezaba la CAT700, no tendría ningún reparo ni miedo.

Sé el primero en comentar