Vídeo resumen de la etapa (no hay grabaciones más allá de Oix, demasiado calor, el chesty de la Gopro me agobiaba mucho).

La Transpyr tiene un inicio engañosamente sencillo. Son los primeros 31,2km hasta el primer avituallamiento en Pont de Molins. Muy planos (tan solo 77 metros de desnivel positivo), y transcurriendo a través de caminos de tierra en buen estado, nos llevó apenas una hora y media. Con un terreno tan favorable, puede parecer una velocidad media lenta, unos 21 km/h, pero ya estamos concienciados de que hay que dosificar, pues sabemos que va a ser un día muy caluroso, y que el calor nos va a pillar en plena ascensión.
Dejando Pont de Molins empieza ya la Transpyr de verdad, aunque el terreno no presenta aún grandes dificultades ni tampoco nos enfrentamos a desniveles muy importantes. Desde Pont de Molins al siguiente avituallamiento, en Beuda, recorremos 31,6 km en 2 h y 36 minutos, a una media de 13 km/h y superando un desnivel acumulado de 732 m. A la hora de llegada al avituallamiento, las 12 del mediodía, el calor es ya muy intenso.
Las cosas se empiezan a poner feas a las 14 horas, cuando me veo obligado a parar a descansar. Me encuentro asfixiado de calor y veo que el camino empieza a ir para arriba. Antes de afrontarlo, aprovechando una sombra, paramos para comer y beber algo (aunque solo ha pasado menos de hora y media desde el avituallamiento de la comida), me quito el arnés y la cámara GoPro que llevaba en el pecho porque me oprime y me da la desagradable sensación de que me falta el aire.
Los siguientes 3,5 km, todos de subida y en los que ascendemos “solo” 275 metros, son realmente penosos. Tardamos 55 minutos, a una ridícula velocidad media de 3,9 km/h. Empiezo a tener conciencia de lo duro que va a ser esta Transpyr 2015, marcada por una ola de calor extremo. Mi obsesión es no sufrir un golpe de calor, y entro en modo de “seguridad”, dispuesto a parar tantas veces como sea necesario, hidratarme bien y no forzar en absoluto. Hay momentos en los que avanzo, empujando la bici, de sombra en sombra. No doy para más. Además, estos 3,5 km transcurren en gran parte por senderos muy poco ciclables, donde hay que cargar la bicicleta, en las peores horas de calor. En un momento dado pienso que quizás me he equivocado apuntándome a la Transpyr… llevo muy mal el calor y el primer día encontrarte esto desanima mucho. Por no hablar de que mi compañero no parece tan afectado y esto siempre sabe mal, ser el “lento”, el que obliga a los demás a esperarte…
Por suerte, tras coronar este tramo, corto pero muy complicado, viene la bajada hasta Oix, donde se encuentra el último avituallamiento. Llegamos a las 15:30 y el calor es brutal. Por suerte hay una fuente de agua que brota casi helada (o quizás no tanto, pero el contraste con nuestra temperatura corporal hace que así lo parezca). Bebó y me mojo de pies a cabeza en la fuente. En este avituallamiento permanecemos casi media hora (en el primer avituallamiento apenas 10 minutos, en el segundo, el de la comida, menos de 20 minutos).
Es en este avituallamiento cuando presenciamos los primeros abandonos. Un grupo de ciclistas descansan tendidos en el suelo y uno de ellos niega con la cabeza, no aguanta más y abandona.
En este avituallamiento se da una circunstancia que por poco le amarga la Transpyr entera a mi compañero Iñigo. La organización no esta muy atenta porque no tiene bebidas frías y mi compañero bebe dos vasos de Coca Cola caliente que le sientan como un tiro. Sin saberlo en ese momento, esos dos vasos de bebida caliente provocan que Iñigo se deshidratase, perdiendo líquidos y sobre todo minerales y electrolitos. Aunque después del avituallamiento siguió bebiendo su cuerpo no admite el líquido y lo vomita constantemente. Esto le pasa factura en forma de dolorosos calambres que le acompañn en el tramo final hasta Camprodon.

Este último tramo, desde Oix hasta Camprodon, con una distancia de 27,6 km y un desnivel positivo acumulado de 728 metros lo recorremos en 3 horas y 31 minutos, a una velocidad media de 7,9 km/h. Paramos varias veces pues Iñigo se encuentra fatal, una cosa es el calor y la fatiga, y otra muy diferente los calambres, que te impiden montar en bicicleta con normalidad. Este último tramo se hace verdaderamente interminable. Por suerte transcurre por caminos no muy rotos y con mucha sombra, lo que me da tiempo a recuperarme un poco. Además, cuando tu compañero va mal, de alguna manera tienes que animarle, y eso, de rebote, también te ayuda a sobrellevar las penurias del recorrido.
Finalmente llegamos a Camprodon tras 11 horas. 28 minutos y 56 segundos. Físicamente me siento como un boxeador sonado, medio grogui. Anímicamente, no mucho mejor. La primera etapa de la Transpyr 2015 nos ha golpeado, y bien duro.

Pero cuando llegas al final de etapa no acaba todo… Hay que llegar hasta el Camp Transpyr, que en este caso no estaba para nada cerca de la llegada, dejar la bici con los mecánicos, pedir hora para el masaje, buscar el hotel, lavar la ropa del día, ducharte, cenar, cargar los aparatos eléctricos para el día siguiente… Y como hemos llegado tan tarde, hemos de hacer esto a toda mecha, para no perder mucho tiempo y poder descansar el mayor número de horas para estar lo más fresco posible al día siguiente.

Esa noche ceno, no muy bien, me encuentro mal y no me entra la comida, un plato de espaguetis y una ensalada de tomate y mozzarella… Aún no había descubierto las “dobles cenas”… ¡y es que hay que ir preparado e identificar con antelación los buenos sitios para comer!
Sé el primero en comentar